Amistad femenina. No-hostilidad. Contranarrativa

Sònia Masuda, residente de la 3a edición de la Residència de Guions, define así su proyecto Dues dones. Hablamos con ella FUERA DE GUIÓN

Sònia Masuda es una profesional polifacética: actriz, dramaturga, directora de escena y guionista. Su ámbito de trabajo es diverso, abarcando desde el cine hasta la televisión y el teatro. Su primer cortometraje como guionista, El tacte suau, fue seleccionado en 2024 en la sección Acció Curts de Dones Visuals.

En su faceta interpretativa, Masuda ha trabajado en series como Bitesize, Coco & Lana, El diario y Otro cuento más, así como en películas como La teoria dels cossos, de JR Armadàs, o Framed, de Marc Martínez Jordán. En 2018, ganó el premio Oriana a la Mejor Actriz por el cortometraje Trib, dirigido por Sergi Merchan.

Ha escrito y dirigido las obras THIS IS NOT HERE (Re-Imagine Yoko Ono), estrenada en la Sala Fènix, y el monólogo El Silenci de la Fera, que inauguró el festival Furiasia. Ambas obras tienen una temática antirracista y feminista, poniendo el foco en la realidad de las personas descendientes de asiáticos. A partir de estas obras, Masuda comenzó a organizar diversas charlas para visibilizar estas cuestiones.

Desde septiembre de 2024, es residente de la 3.ª edición de la Residència de guions de la Acadèmia del Cinema Català, donde actualmente está desarrollando el guion de su largometraje de ficción, Dues dones.

¿Cómo surge Dues dones? ¿Qué o quién es el detonante?

Hace unos tres años que, como espectadora, necesito un cine que no sea hostil, que pueda ser un refugio frente a la violencia constante que nos rodea y en el que pueda ver personajes que no reaccionen ante cualquier provocación con un enfrentamiento. Estamos tan acostumbradas a la agresividad que, para mí, como espectadora, resultaba, por un lado, emocionalmente agotador y, por otro, previsible. Necesitaba ver una ficción que tomara otro camino. Además, llevo mucho tiempo teniendo conversaciones con amigas en las que hablamos sobre cómo, para nosotras, la amistad es una relación de amor tan importante como la de pareja, y cómo eso casi no se refleja en el cine. Sentía la necesidad de colocar la amistad en primer plano y, en concreto, hablar de la amistad y la complicidad femenina. Vengo de una familia monomarental y mayoritariamente formada por mujeres, y siento que esa sororidad es lo que me ha sostenido y sigue sosteniéndome, a pesar de que muchas veces en la ficción se nos intente narrar como rivales.

También es muy importante para mí, cuando construyo una historia, centrarme en lo que siento que queda olvidado en la cultura: poner en el centro lo que suele estar en los márgenes. En este caso, quería dar protagonismo a una mujer de unos 60 años que pudiera ser tridimensional, con matices, deseos… Y también a una mujer racializada cuya historia no gire en torno a sus orígenes. Un año antes de entrar en la Residencia de Guiones surgió la premisa de la película, que contenía todos esos elementos en los que llevaba tiempo reflexionando.


Tres palabras (se admite cualquier categoría gramatical) que definan Dues dones.

Amistad femenina. No-hostilidad. Contranarrativa.

Referentes que hagan crecer tu guion.

El principal referente siempre es la propia vida, en este caso mis amigas y mi familia. También me ayuda mucho nutrirme de cualquier forma de arte: me encanta la pintura y, en este caso, los cuadros impresionistas han sido una gran fuente de inspiración. Además, escuchar música, leer poesía y libros tanto de ficción como de ensayo es parte fundamental del proceso. He leído y releído a Virginia Woolf, Isabel Allende, Anaïs Nin y Siri Hustvedt. Y, por supuesto, ver mucho cine. Para este guion, un gran referente ha sido Éric Rohmer, especialmente Conte d’automne, así como Umimachi Diary, de Hirokazu Koreeda; L’une chante l’autre pas, de Agnès Varda; Claire’s Camera o The Day After, de Hong Sang-soo; Portrait de la jeune fille en feu, de Céline Sciamma; Las chicas están bien, de Itsaso Arana; L’avenir, de Mia Hansen-Løve, y Your Sister’s Sister, de Lynn Shelton… La lista sería interminable.

¿Cuál es la metodología que usas en tu proceso creativo?

Me gusta trabajar en varias líneas a la vez. No sigo un proceso de “un solo carril”, sino que avanzo en diferentes caminos en paralelo, todos dirigidos hacia el mismo objetivo: profundizar y hacer crecer el guion. Desde el inicio me gusta dialogar, lo que para mí, que vengo del mundo de la interpretación, es como improvisar. Aunque al principio no conozca del todo a los personajes, a medida que los hago hablar, los voy descubriendo, incluso si las escenas que escribo no acaban apareciendo en la película. Por otro lado, me gusta y necesito investigar. En este caso, una de las dos protagonistas tiene 62 años, así que realicé muchas entrevistas a mujeres de entre 55 y 70 años. También soy muy visual, así que algo que me resulta útil es colgar imágenes de referentes visuales en la pared, no solo cinematográficos, sino también pictóricos y literarios o poéticos. Una herramienta indispensable para mí a la hora de trabajar son los post-its. Con ellos voy creando la estructura de la película, lo que me permite verla y jugar con ella de una forma más plástica. Y, a partir de ahí… probar, escribir, reescribir, reflexionar, conversar con otras personas sobre el proyecto, escuchar, repensar, reescribir, borrar, recuperar y seguir adelante… hasta que lees el resultado y sientes que, finalmente, esa es la película que tenías en la cabeza.


¿Cuál es tu peor pesadilla durante el proceso de escritura?

Ese momento de pánico cuando relees lo que has escrito y ves que todavía no es la película que quieres… Entonces dudas de todo y no sabes cómo acortar esa distancia entre lo que tienes en la cabeza y lo que está en el guion. Cuando escribes sola, puedes entrar intensamente en un bucle, y ahí llega el bloqueo. Por eso, para mí es importante verbalizar el proyecto en ese momento con alguien, hablar sobre él, y al mismo tiempo alejarme un poco y hacer otras cosas. De repente, ocurre algo o ves algo que provoca un clic en ti, que te inspira, renueva la energía y hace que todo vuelva a fluir. Después miras atrás y te das cuenta de que ese momento de pánico y duda ha sido necesario para que surgieran nuevas ideas que acaban mejorando el proyecto.


¿Qué ingredientes son esenciales en la elaboración de un buen guion?

Para mí, es fundamental que el guion nazca de una necesidad, de un deseo profundo de contar esa historia. Que estés enamorada de ella. Creo que si, visceralmente, sabes por qué quieres hacerla, qué quieres decir y cuál es el núcleo de la película, eso será como un faro que te guiará durante todas las etapas del proceso de escritura. Por otro lado, es imprescindible tener tiempo para escribir, y que sea tiempo de calidad. Esto implica contar con los medios económicos necesarios para que no tengas que estar trabajando todo el día en otras cosas y luego ponerte a escribir a las 23 h, después de una jornada intensa, con el cuerpo y la mente agotados. Proyectos como el de la Residència de guions nos permiten trabajar centradas en esto, algo que nos pone en igualdad de condiciones, independientemente del perfil socioeconómico que tengas, y, además, con acompañamiento y la posibilidad de compartir el proceso.

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